Para el futuro, vemos diferente.

«Piensa diferente», decía el famoso anuncio de Apple de 1997. Un consejo excelente, obviamente, para todos los creadores, innovadores y emprendedores.

Pero, además de pensar de forma diferente para conseguir nuevas ideas o productos revolucionarios, también hay que ver de forma diferente. Los grandes creadores, innovadores y emprendedores ven el mundo de forma diferente a como lo vemos muchos de nosotros. Por eso ven oportunidades que otras personas pasan por alto.

La historia del velcro es bien conocida. Un ingeniero suizo, George de Mestral, decidió observar más de cerca las rebabas (semillas de plantas) que encontró adheridas a su ropa tras un paseo por el bosque. Sacó su microscopio y vio que la naturaleza había diseñado ganchos en las fresas, que se habían adherido a las fibras de su ropa. Así nació la famosa alternativa de gancho y bucle a la cremallera, bajo el nombre de Velcro. (Hoy en día existe todo un campo, llamado biomimética, dedicado a imitar la naturaleza para resolver problemas humanos).

Menos conocida, pero igualmente merecedora de fama, es la historia de Softsoap. Un empresario estadounidense, Robert Taylor, decidió observar más de cerca cómo eran las pastillas de jabón una vez desenvueltas y utilizadas en los baños. Al acercarse a la jabonera en un entorno por lo demás impecable, vio un desagradable charco de exudación. Decidió que la respuesta era el jabón líquido dispensado en un bonito dispensador de bomba, y así nació Softsoap, que cambió toda la industria del jabón.

Dos brillantes emprendedores que miraron las cosas de forma diferente. Ya sea a través de un microscopio o de una lente de zoom, y ya sea literal o metafóricamente, dieron el paso clave de mirar lo familiar de una manera desconocida. El gran matemático francés Blaise Pascal dijo: «Las mentes pequeñas se ocupan de lo extraordinario, las grandes de lo ordinario». Parece que tenía en mente algo parecido: Mirar lo que está delante de nosotros, pero mirar de una manera que se le escapa a la mayoría de la gente.

Hay una palabra para esta actividad: desfamiliarización. A principios del siglo XX, un teórico literario ruso llamado Viktor Shklovsky señaló cómo Tolstoi lograba un mayor efecto en sus escritos mediante técnicas como la descripción de objetos desde una perspectiva distorsionada y la negativa a utilizar los nombres habituales de los objetos, y en general «haciendo extraño» (desfamiliarizando) lo que de otro modo sería familiar. Más tarde, el gran director francés Jean-Luc Godard revolucionó el cine con su uso de los jump cuts en Breathless. Esta innovación, que hoy se da por sentada, debió de parecer desconcertante a mucha gente de la época. Hasta entonces, se habían hecho grandes esfuerzos para crear un flujo continuo («continuidad») en la pantalla. Al fin y al cabo, un flujo continuo es la forma en que experimentamos la visión, gracias al funcionamiento de nuestro cerebro. Esto es lo familiar. Pero Godard decidió romper este flujo para obligarnos a alejarnos de nuestras suposiciones habituales y ver a sus personajes como, literalmente, nerviosos y desconectados. Ahora, percibimos los sentimientos de aislamiento que experimentan sus personajes y también sus esfuerzos – infructuosos y trágicos, al final – por conectar con los demás. Godard trasladó la técnica de la desfamiliarización de la página a la pantalla.

Los ejemplos de estos grandes artistas nos dan a todos -incluidos los Abogados- algunos consejos para dejar de ver el mundo de forma familiar y empezar a verlo de forma desconocida y generadora. Cuando miramos el mundo, no debemos limitarnos a examinarlo, sino examinarlo con una perspectiva deliberadamente diferente. No limitarnos a nombrar lo que nos rodea, sino inventar nuevos nombres. No limitarse a considerar el conjunto, sino dividir las cosas (o descomponerlas) en trozos. Estas técnicas pueden ayudarnos a ver nuestro camino hacia lo nuevo y lo revolucionario, ya sea en las artes o en los negocios.

Sherlock Holmes dijo una vez a Watson: «Usted ve, pero no observa. La distinción es clara». La psicóloga y escritora Maria Konnikova nos da más consejos sobre cómo romper con lo familiar y observar, observar de verdad, en su libro Mastermind: Cómo pensar como Sherlock Holmes. Ella escribe: «Para observar, debes aprender a separar la situación de la interpretación, a ti mismo de lo que estás viendo«. Como técnica para mejorar nuestra capacidad de actuar así, Konnikova sugiere describir una situación de interés en voz alta o por escrito a un compañero. Como señala, Holmes utilizaba a Watson de este modo para hablar de sus observaciones cuando investigaba un caso y, a menudo, era a través de este ejercicio como se hacían evidentes los puntos clave del caso.

Nuestro cerebro está diseñado para evitar que prestemos demasiada atención. Así lo demuestra la ilusión óptica denominada desvanecimiento de Troxler (llamada así por el médico suizo del siglo XIX que descubrió el efecto). Si se nos presenta una imagen fija en la zona de nuestra visión periférica, dejamos de verla al cabo de un rato. Este fenómeno -el término neurocientífico general es habituación apunta probablemente a un modo eficaz de funcionamiento del cerebro. Las neuronas dejan de disparar cuando tienen suficiente información sobre un estímulo que no cambia. Pero esto no significa que la habituación sea siempre nuestra amiga.

Podemos pensar en el esfuerzo no sólo de pensar de forma diferente, sino también de ver de forma diferente, como una forma de contrarrestar nuestra tendencia incorporada a la habituación, a hundirnos en la forma familiar de ver y experimentar. Una de las formas en que los grandes artistas, empresarios y creadores de todo tipo obtienen las ideas que les permiten cambiar el mundo es que, literalmente, no ven como la mayoría de nosotros. Sus métodos nos enseñan que, viendo de forma diferente, podemos acabar viendo lo que nadie ha visto todavía. Así es como se construye el futuro.

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